Conservación ovárica, ¿sí o no? 



Aproximadamente 40% a 50% de las histerectomías que se realizan en Estados Unidos por causas benignas se acompañan de salpingooforectomía bilateral.[1] Las razones más comúnmente citadas para justificarla comprenden la prevención del cáncer de ovario, y el tratar de disminuir el riesgo de una cirugía ovárica posterior. Las secuelas de la ooforectomía bilateral incluyen incremento de la mortalidad por todas las causas, aumento de enfermedad cardiovascular, déficit cognitivo, y alteración sexual, así como osteoporosis. Clásicamente, la terapia de reemplazo hormonal ha sido utilizada para mitigar los efectos del déficit estrogénico.
En una amplia revisión publicada recientemente en American Journal of Obstetrics and Gynecology (AJOG) se evalúan los pros y los contras de la realización de ooforectomía bilateral al momento de la histerectomía, y el uso de terapia de reemplazo hormonal, en las últimas dos décadas, llegando a las siguientes conclusiones:
  • Existe un efecto nocivo de la ooforectomía que repercute en la mortalidad general, cuando el procedimiento se realiza antes de los 50 años. Aunque la terapia hormonal (TH) puede mitigar los efectos del déficit estrogénico previo a la menopausia natural, no parece tener un beneficio de sobrevida a largo plazo. De acuerdo al modelo de Markov, la conservación ovárica podría conferir un beneficio en la sobrevida hasta la edad de 65 años.
  • Hay una tasa más baja de cáncer de ovario cuando la ooforectomía se realiza a cualquier edad, y menor riesgo de cáncer de mama cuando se realiza antes de los 47,5 años. Sin embargo, aunque la relación con otros tipos de cáncer (colon, recto, pulmón) no está clara, existen datos a favor de un menor riesgo con la conservación ovárica.
  • No existen datos que avalen un efecto beneficioso de la ooforectomía sobre el riesgo cardiovascular; aún más, la conservación ovárica se asocia con un beneficio en la salud cardiovascular.
  • El déficit cognitivo global, la demencia, y la enfermedad de Alzheimer, comparten un riesgo común, el déficit de estrógenos. La menopausia quirúrgica parece conferir un riesgo que no se observa con la ooforectomía posmenopáusica y la menopausia natural.
  • La ooforectomia bilateral al momento de la histerectomía ejerce un efecto dañino a nivel sexual. La terapia hormonal mitiga los signos físicos de atrofia genitourinaria, pero no restablece por completo el funcionamiento sexual (como el deseo, el orgasmo, o la satisfacción). La ooforectomía a cualquier edad confiere un riesgo de deseo sexual hipoactivo, por el déficit de andrógenos.
  • El déficit estrogénico que sigue a la menopausia natural o quirúrgica se asocia con pérdida de densidad mineral ósea e incremento del riesgo de fractura. El beneficio aportado por la terapia hormonal se limita a la duración del tratamiento, y se observan pérdidas significativas dentro de los dos años posteriores a la interrupción del mismo.
  • No existen datos suficientes en la actualidad que justifiquen la ooforectomia con el fin de evitar una cirugía ovárica posterior ya que el riesgo es mínimo.
  • En ausencia de una mutación conocida (BRCA) que confiera un riesgo genético elevado, la ligadura tubárica, la salpingectomía y la histerectomía por sí mismas, pueden proveer una reducción del riesgo de cáncer de ovario en mujeres de riesgo promedio, sin los efectos adversos de la ooforectomía, ni la necesidad de terapia hormonal.

    Con esta evidencia , en ausencia de patología y sin genética mi recomendación es conservar los ovarios 



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